miércoles, 23 de febrero de 2011

Cambio de Milenio

La romería del año 2.000 supuso un antes y un después, fue el año en que a la vez que cambiábamos de milenio también lo hacíamos de siglo, este hecho son pocos los que podemos contarlo, nosotros tuvimos la suerte de vivirlo, he aquí dos de los carteles que aquel año anunciaron la romería:
Cartel oficial de Andujar donde podemos ver a  la Virgen de la Cabeza en un templete cuajado de flores, es el ultimo tramo de la procesión de romería, en el mismo se aprecia el momento en que los cordones que se forman por anderos y romeros que acuden en su ayuda prestan un esfuerzo final tirando del trono para que la Virgen llegue a la lonja del Santuario.
Es este un ritual lleno de sentimientos que solo los que han participado en el saben a que me refiero, en el cartel se pueden apreciar esos vivas y esas palmas que de igual forma también ayudan a que Ella se haga mas ligera dentro de los corazones de cada uno, por el contrario, las banderas que envuelven tan divino trono son el punto y final de una calzada llena de insignias que con nostalgia sienten como termina un año más tan esperado momento al despedir a su Virgen.




Es este otro cartel que tu conocerás bien, surge en un momento de gran orgullo para mi, se edito conjuntamente entre nuestra Peña “Alegría Serrana” y los “Romeros de Arjonilla”, desde que comencé a gestar la posibilidad de editarlo supe en todo momento que no podía ser otro el motivo que representase que lo que aquí ves.
Se trata de ese cuadro que el abuelo Diego pinto para que ocupase un lugar destacado de nuestra casa desde el mismo momento que comenzó a formarse, yo solo me limite a poner la leyenda “Arjonilla del 23 al 30 de abril del 2.000”.
En el centro Ella, siempre Ella, rodeada de una nube con querubines que la miran y la sierra que domina todo el fondo, cuando lo pinto tu abuelo sabia bien lo que hacia y para quien iría destinado.  En el mismo no falta ese Santuario bendito con las calzadas cuajadas de banderas hasta finalizar en el mismísimo arco, es una procesión interminable que va dando la vuelta a todo el conjunto hasta finalizar ante las casas de las cofradías que son guardadas por Juan de Rivas, no faltan tampoco las carretas que hacen camino por la sierra y los peregrinos que andan junto a ellas, ¿bonito verdad?.
El tío de Maria, Chemita y Dulce por aquel entonces era  Párroco de nuestro pueblo como tu bien sabes, una de las cosas que dejo un buen sabor de boca de entre todo aquello que hizo mientras estuvo aquí fue editar cada mes la revista “Al Pie de la Parroquia”, ese mes de Abril del año 2.000 lógicamente estuvo dedicada en su mayor parte a la Romería de la Virgen de la Cabeza, y pidió colaboración y vivencias a muchos romeros para publicarlo en sus paginas, nosotros no fuimos ajenos, este cartel tan nuestro ocupo la contraportada de la revista nº 91, cuyo ejemplar seguro que guardan muchos arjonilleros todavía junto al resto de la colección.


Detalle de la pag. 13 de la revista nº 91 “Al Pie de la Parroquia”.
 Pero no fue el cartel todo lo que aportamos. En su interior (pagina 13) se publico un articulo “mú romero” que firma “Ana Maria Casado Hernández”, la conoces ¿verdad?.
Pues si, Ana Mari lo titulo “Historia de un primer camino”, y como no quiero que os perdáis lo que en el decía lo voy a transcribir aquí, destaco de el lo siguiente: “Ya han pasado muchos años desde ese primer camino, y como todas las familias hemos ido creciendo e iniciando a nuestros hijos en esa bonita manera de vivir la romería y tener devoción a la Virgen”, “Da gusto ver como unos niños tan pequeños hacen gran parte del camino a pie, . . .”.






“Historia de un primer camino

Muchas son las historias y vivencias que se podrían contar desde aquella lejana romería del año 87, cuando con una carreta en que casi todo era prestado, poco mas que lo puesto, una manta y nuestros amigos de siempre, emprendimos lo que seria nuestra primera experiencia como carreteros en la romería de la Virgen de la Cabeza.
Nos pusimos en camino con una gran ilusión y sin saber muy bien lo que nos esperaba. Fuimos descubriendo poco a poco todos los momentos del camino, las primeras paradas, el arroyo del Gallo, San Gines, donde todo se compartía con todos, y se iban conociendo acompañando una cerveza y un pincho de tortilla, a los demás carreteros con los que se convive de una manera muy especial.
Después la llegada al puente viejo, en el río Jandula,  donde se reúnen carretas y caballistas, ¡que estampa tan impresionante!. Y allí, entre el olor a paella, chuletas y demás, nosotros sacamos nuestro rico salmorejo, preparado el día de antes por el amigo Jose Luís, que nos supo a gloria.
Tras un buen descanso y ya un poco repuestos del cansancio, nos pusimos en marcha hacia el Santuario, y al llegar al final de la primera cuesta y mirar hacia el curso del río, otra impresionante imagen, la caravana de carretas subiendo lentamente hacia el Santuario. La vista era de esas que se te quedan grabadas para siempre.
Por fin, ya anocheciendo, llegamos al cerro cansados y polvorientos, pero no había tiempo de descanar, apenas nos lavamos la cara, nos ordenamos un poco el pelo y la ropa, y todos juntos como una piña, enfilamos la calzada para recorrer el último tramo hasta su camarín. Son pocos los minutos que se puede estar delante de Ella, porque las colas en la explanada son enormes, pero los vivimos intensamente. Cuando salimos de allí, todos nos miramos con los ojos llenos de lágrimas. Desde ese momento supimos que siempre seriamos carreteros y romeros de la Virgen de la Cabeza; y hasta hoy.
Bajamos la calzada aún con los ojos lagrimosos y caras de felicidad, pensando en que seria lo próximo que haríamos: “Ver a nuestros paisanos”, dijo alguien, y allí nos presentamos, en nuestra casa de Arjonilla. Un saludo por aquí, una cerveza por allí, amigos, conocidos, todos preguntando: ¿Qué tal ese camino?.
Después del rato de convivencia con nuestra gente, vuelta a la carreta y a preparar la cena, la candela, los cantes y el ambiente carretero de la noche. Y luego a dormir, aunque poco, cada uno como podía. Allí no había tiendas de campaña, ni sacos de dormir, ni colchones, solo una manta, y descansamos más mal que bien unas horas.
Domingo por la mañana, después de asearnos un poco, desayuno en el puesto de churros (ya que en aquella época no teníamos cocina), y después a buscar un buen sitio para ver pasar a la Virgen, lanzarle unos vivas y pedirle con gran fervor lo que cada uno deseaba en ese momento.
Y después de la comida llego el momento de emprender el camino de vuelta. Había en nosotros una mezcla de tristeza y alegría. Tristeza porque se había acabado lo que con tanta ilusión habíamos comenzado, y alegría por lo que habíamos vivido y que nunca íbamos a olvidar.
Tan seguros estábamos de que íbamos a volver, que la vuelta del camino la hicimos planeando la romería del año siguiente, y en las caras de todos, aparte del polvo del camino, había felicidad y sonrisas de satisfacción.
Ya han pasado muchos años desde este primer camino, y como todas las familias hemos ido creciendo e iniciando a nuestros hijos en esta bonita manera de vivir la romería y tener devoción a la Virgen.
Da gusto ver como unos niños tan pequeños hacen gran parte del camino a pie, con sus trajes de romeros, sus botos, su medalla . . .
Seguramente, son vivencias que nunca olvidarán y cuando nosotros no estemos, ellos seguirán haciendo el camino que con tanto cariño les hemos enseñado.
Ana Maria Casado Hernández.   

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